Los motivos primarios son aquellos que están relacionados con la supervivencia de los individuos y/o de la especie.
Los motivos primarios se explican
mediante el mecanismo de homeostasis
mediante el cual el organismo se autorregulan para conseguir el equilibrio
interno. La homeostasis actúa por un sistema feedback negativo (o retroalimentación)
lo que conlleva que si hay una desviación en una dirección ocurra una reacción
en la dirección opuesta. Su finalización ocurre cuando la discrepancia es
eliminada.
Madsen (1973) estableció cuatro elementos diferenciadores
para los motivos primarios:
a) Fisiológico (existe una base orgánica)
b) Comparativo-psicológico (determinan actos
universales)
c) De señal (vienen fijados por señales innatas)
d) De supervivencia (son relevantes para conservar la
vida)
En función de estos criterios se han
distinguido diferentes motivos primarios entre los que destacan: el hambre, la
sed, el sueño y el sexo.
Estos motivos se caracterizan por:
Ser propositivos
(tratan de conseguir objetivos concretos: comer, beber, dormir o copular) No ser reflejos (se desencadenan por estímulos externos)
Ser persistentes y espontáneos
En su regulación interviene el hipotálamo y el sistema límbico
Se considera que los motivos de hambre,
sed y sueño son regulatorios. El
motivo de sexo no lo es, puesto que en la conducta sexual no existen a corto
plazo mecanismos homeostáticos que regulen dicha actividad.
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