Este tipo de motivación es aprendida por
condicionamiento operante. Su estudio surgió de los planteamientos conductistas
sobre el papel del refuerzo y los incentivos en la conducta a lo que posteriormente
se incorporaron aspectos cognitivos.
En motivación extrínseca se habla de
reforzadores, castigos e incentivos:
Reforzador o recompensa: es el refuerzo agradable que se aplica después de la ejecución y favorece su repetición, su objetivo es incrementarla. Es un “premio” que se le da al sujeto después de una conducta pero no se le avisó previamente de que existiría tal premio.
Castigo: es un refuerzo desagradable que se da al final de una conducta, su objetivo es reducirla.
Incentivo: su efecto motivacional precede a la ejecución y la facilita por las expectativas creadas y por el valor que el sujeto le asigna. El incentivo no es el causante de la conducta pero incrementa su probabilidad de ocurrencia y la fuerza en la ejecución. Incentivo y reforzador difieren en el momento de aparición; así, al sujeto se le avisa de antemano de que si alcanza la meta recibirá el incentivo.
Reforzador o recompensa: es el refuerzo agradable que se aplica después de la ejecución y favorece su repetición, su objetivo es incrementarla. Es un “premio” que se le da al sujeto después de una conducta pero no se le avisó previamente de que existiría tal premio.
Castigo: es un refuerzo desagradable que se da al final de una conducta, su objetivo es reducirla.
Incentivo: su efecto motivacional precede a la ejecución y la facilita por las expectativas creadas y por el valor que el sujeto le asigna. El incentivo no es el causante de la conducta pero incrementa su probabilidad de ocurrencia y la fuerza en la ejecución. Incentivo y reforzador difieren en el momento de aparición; así, al sujeto se le avisa de antemano de que si alcanza la meta recibirá el incentivo.
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