Para entender la motivación hay que entender los
aspectos energizantes y los aspectos
direccionales del comportamiento. La dirección no se refiere a la cantidad de
energía sino al modo en el que la empleamos para lograr nuestras metas, dicho
de otro modo, la dirección representa las decisiones o los actos que llevamos a
cabo para alcanzar nuestras metas.
Ejemplo: si tenemos hambre podemos cocinar o ir a un
restaurante. Cuanto mayor sea el número de conductas posibles más difícil será
predecir la conducta motivada.
La dirección es un índice del estado motivacional.
Activación y dirección son los dos componentes básicos del proceso
motivacional.
Conseguir un objetivo dependerá del esfuerzo, la
persistencia y dedicación del individuo, así como de su relevancia y de lo
dispuesto que esté a lograrlo. Palmero
señala dos variables que intervienen en la elección de metas o dirección del
esfuerzo:
La expectativa de la consecución del objetivo: depende de la proximidad subjetiva del individuo a
la meta. Cuanto más cerca se considere uno del éxito más empeño pondrá en sus
acciones. Si se considera que la meta es inalcanzable el empeño disminuye y también la probabilidad de conseguirlo Grado atracción del objetivo: cuanto más atractivo sea el objetivo mayor será su nivel de motivación. Con el tiempo el objetivo puede perder parte de su atractivo o también puede aparecer un nuevo objetivo que resulte más atractivo.
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